Gaslit es un atrevido thriller político que vuelve a contar el escándalo de Watergate
Si no supieras que estaba en este nuevo y emocionante drama político, nunca lo habrías elegido.
OK, hay celebridades que son fotografiadas por paparazzi y declaradas irreconocibles porque, como el resto de nosotros, envejecen. Por supuesto, no te ves igual a los 60 que a los 30.
Pero luego están los actores que desaparecen con tanto éxito en un papel, ayudados en gran parte por el excelente trabajo de prótesis realizado por talentosos maquilladores.
Puede que incluso hayas pasado 30 minutos del primer episodio del thriller político Gaslit y digas: "Hmmm, pensé que Sean Penn estaba en esto", busca en Google a quién se supone que debe estar interpretando y luego te quedas boquiabierto cuando te das cuenta de que ha estado allí todo este tiempo. tiempo.
Es un testimonio de los valores de producción de alto nivel de Gaslit y el triunfo en la creación de una experiencia de narración inmersiva que ni siquiera reconoce a uno de los actores más famosos del planeta.
Gaslit, protagonizada por Julia Roberts, Penn y una cabalgata de talentos de apoyo, es uno de esos raros espectáculos que golpea todas las marcas, desde su guión propulsor y dirección tensa hasta sus actuaciones consideradas y su excelente oficio.
Y todo eso está respaldado por una historia fascinante y poco contada sobre una mujer cuyo papel en un escándalo histórico monumental fue deliberadamente disminuido.
Martha Mitchell (Roberts) era la esposa de John Mitchell (Penn), el ex fiscal general de Richard Nixon y un actor clave en el robo de Watergate que resultó en la renuncia de Nixon y la pérdida de confianza en las instituciones estadounidenses.
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Martha también era alguien a quien le gustaba hablar y era honesta y misteriosa cuando lo hacía. Hizo muchas apariciones en los medios, era muy conocida en Washington y en los círculos políticos y cultivó un círculo de periodistas a los que solía llamar a altas horas de la noche.
Una de esas llamadas fue a una periodista (Allison Tolman) que descolgó el teléfono de Martha, que parecía presa del pánico, y afirmó que la retenían contra su voluntad. Se cortó la comunicación.
Martha había estado escondida en un hotel, detenida por guardias de seguridad siguiendo las instrucciones de su esposo y el comité electoral de Nixon porque pensaron, correctamente, que ella resolvería la conexión entre el allanamiento de Watergate y la Casa Blanca.
Ella habría hecho sonar el silbato, y muchos meses antes de que Bob Woodward y Carl Bernstein del Washington Post tuvieran una idea del escándalo que derribaría una presidencia.
Entonces, la golpearon. Y la sedaron. Y la hicieron pasar por una mujer loca en la que no se podía confiar, acosándola con drogas y desacreditando a un posible contador de la verdad. La iluminaron con gas, y iluminaron con gas a una nación.
Martha Mitchell murió unos años después, mientras que el guardia de seguridad que usó la fuerza física contra ella, el ex agente del FBI Steve King, finalmente sería nombrado embajador de Estados Unidos en la República Checa por Donald Trump.
Gaslit es una dramatización digna de su historia y arroja una luz diferente sobre el escándalo de Watergate de lo que hemos visto anteriormente a través de documentales, programas de televisión y películas, sobre todo Todos los hombres del presidente.
Roberts fue la elección perfecta para interpretar a esta mujer compleja, defectuosa y que no se disculpa, una persona con neurosis y vulnerabilidades pero también con agallas y resiliencia. Ella captura la humanidad de Martha Mitchell, ya sea que esté disfrutando de ser agasajada o que esté en su punto más bajo.
Creado por Robbie Pickering (Mr. Robot, Search Party y One Mississippi), Gaslit también se ve reforzado por su impresionante elenco de apoyo, muchos de ellos algunos de los actores de carácter más conocidos en el negocio, incluido Dan Stevens como el abogado de la Casa Blanca John Dean, Shea Whigham como G. Gordon Liddy, Chris Bauer, Chris Messina, Carlos Valdés, Raphael Sbarge, Hamish Linklater y Nat Faxon.
Gaslit hace justicia al legado robado de Martha Mitchell, pero también contextualiza su destino dentro de las grandes fuerzas sociales y culturales de la época, recreando vívidamente la paranoia, los juegos de poder y el cinismo del proceso político.
Incluso con el brillo de una producción de televisión estadounidense, hay una honestidad atrevida que a Martha Mitchell le hubiera encantado.
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